La acción del hombre es más rápida que el ritmo de reproducción natural de la flora y la fauna. La súbita muerte de aves y de peces era en la antiguedad presagio de catástrofe.
El primero de estos fenómenos que se hizo público aconteció en Maryland [EE.UU.], a fines de diciembre: dos millones de peces aparecieron muertos en las playas de la bahía de Chesapeake. Días después en Arkansas amanecieron 5.000 mirlos muertos en las calles y 200.000 peces muertos en el río Arkansas. Noticias parecidas comenzaron a venir de diferentes rincones del mundo.
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