La policía y Cifuentes podrán argumentar las mentiras que quieran,
pero ninguna agresión justifica que se dispare indiscriminadamente a
población civil en una vía repleta de personas pacíficas que están
retirándose.
No podía dar crédito, tras una
histórica manifestación pacífica con más de un millón de personas (un
récord en democracia), un cúmulo de gente buena y solidaria de
izquierdas (como en esa foto en la que se ve a un “peligroso
anti-sistema” frente a las grandiosas Mujeres del Carbón), la policía
empezó a dispararnos pelotas de goma y gas pimienta mientras nos
retirábamos tranquilamente por el lateral de Recoletos. Todavía se
escuchaba en el escenario a la Solfonica, cuando una policía
inusitadamente agresiva empezó a disparar indiscriminadamente a una
multitud de personas mayores, jóvenes, con niños y de todo tipo que se
retiraba satisfecha (y cansada tras haber hecho miles de kilómetros a
pié algunas), con sus pancartas, sus fotos con conocidos de twitter, sus
banderas, su entusiasmo tras unas Marchas por la Dignidad ejemplares,
potentes y multitudinarias como no se recuerda. Fue la resurrección de
la izquierda. Pero ese ambiente se vio rápidamente empañado por las
primeras carreras de jóvenes y no tan jóvenes provenientes de Colón que
avisaban de que estaban disparando.
Yo no podía dar crédito y pese a la
oposición de mis amigos, me dirigí en dirección contraria, hacia la
policía, gritando un indignado “No podéis dispararnos, no estamos
haciendo nada, el acto no ha terminado… fascistas”. Mi argumentación se
acabó cuando sentí la primera pelota de goma zumbar junto a mi turbante e
impactar unos metros más allá en uno de los árboles de la zona
ajardinada de Recoletos. De repente se me vino la imagen de Ester Quintana perdiendo un ojo por un pelotazo.
Me paré en seco y eché a correr hacia Cibeles entre personas caídas al
suelo, que había resbalado en el césped, encapuchados que respondía con
insultos a la agresión policial y un verdadero caos. Miramos el reloj:
las 20:20. Cifuentes había anunciado que no se disolvería nadaa hasta
las 21:30. Una nueva mentira del PP para criminalizar a los
manifestantes pacíficos.
Desde el escenario se empezó a gritar
con estupor: ”Recordamos a la policía que está interfiriendo en un acto
totalmente legalizado y que abandone inmediatamente la plaza. Esta
plaza está siendo objeto de una agresión absolutamente ilegal. Aquí
estamos concentrados legalmente. Hagan ustedes el favor, señores de la
policía, de abandonar inmediatamente la plaza, por favor. No ha
terminado este acto”. Pero la policía ignoró cualquier argumento
democrático o legal y nos siguió disparando entre caóticas carreras y
escasas respuestas de algún joven que tiraba una triste piedra o un
insulto. Mientras nosotros, pacíficos manifestantes que nos retirábamos,
corríamos para evitar acabar como ese joven al que le han tenido que extirpar un testículo por un pelotazo de la policía, esto es lo que ocurría y oíamos a lo lejos, entre gritos de terror:
La policía y Cifuentes podrán argumentar
las mentiras que quieran, pero ninguna agresión justifica que se
dispare indiscriminadamente a población civil en una vía repleta de
personas pacíficas que están retirándose. Es el equivalente de disparar a
un delincuente que huye por la calle Preciados en hora punta sin
reparar en quién está recibiendo los balazo con sus bolsas y su familia
(este discurso capitalista sí lo entienden los perros de la represión).
Inmediatamente llegó toda una caravana
de lecheras que se detuvo en Recoletos e ignoró nuestras protestas para
encender las luches internas y que viésemos cómo se calzaban su equipo
violentador con cara de enemigo. A mí me dio tiempo a grabar un video
pensando que no se atreverían a dispararnos de nuevo junto a sus
compañeros de uniforme (los otros, los infiltrados, ya sabemos que
tienen que usar el santo y seña “¡qué soy compañero, coño!”). La
indignación y rabia que sentíamos todos y todas es patente en el video.
Se escucha a los que pasan contar cómo están deteniendo masivamente.
A esta rabia siguió una nueva ola de
disparos de goma y gas pimienta en cuanto la caravana subió a unirse a
sus compañeros. Esta nueva carrera nos llevó hasta la esquina de
Almirante para buscar refugio. Ya habían montado una barricada frente al
Bankia de la esquina que recibió un frustrado sillazo empotrado en la
cristalera.
A lo lejos se seguía oyendo a unos
desesperados ponente pedir una y otra vez a la policía que cesasen en su
violencia. De repente recordé que la última vez que estuve en una
manifestación frente a la ya permanentemente blindada calle Génova los
enfrentamientos empezaron con puntualidad milimétrica antes de que
abriesen los telediarios que nos habían estado ignorando todos estos
días. Por supuesto el eje del 22M no fue la impresionante convocatoria
sin precedentes, sino la “violencia de radicales de izquierdas” que
habían reventado las Marchas de la Dignidad. Viendo luego varios videos
se ve que a lo “violentísimo” que responden los escuadrones en
formación, ya preparados junto a la cafetería Riofrío (por lo tanto ya
dispuestos a cargar, como avisados a una hora), es a cuatro piedras y
dos latas que unos encapuchados arrojan con frustración desde casi 100
metros. Sin esperar a algún acto realmente violento, la policía se
arroja a la plaza de Colón disparando ya desde el principio. Para hacer
su particulas paripé tienen que pasar por entre familias con cochecitos
de niños, ancianos y aturdidos manifestantes que miraban al escenario.
Pero ellos ya habían recibido el guión de la ópera bufa “Los violentos
de izquierdas son terroristas en cuanto les dejas reunirse”. Y en su
función nos obligaron a ser extras del esperpento a los que paseábamos
por la verdad de la calle: pacífica, indignada e intentando encontrar
una salida no violenta a su estafa.
De:
http://blogs.publico.es/shangaylily/2014/03/24/la-policia-revento-el-22m-para-los-telediarios/