En la tarde del 26 de julio compañerxos de la CNT-AIT Alacant y CNT-AIT Vinalopó acudimos al local de la CNT-AIT Albacete a unas jornadas antirrepresivas con la proyección del documental: «Infiltrats» más charla sobre infiltración policial en movimientos sociales a cargo de una víctima de estos sucesos.
La proyección del documental Infiltrats y el posterior debate con una persona víctima directa por una infiltración policial marcaron una jornada profundamente reveladora. El testimonio compartido fue desgarrador. No solo por el daño emocional y político sufrido, sino por lo que simboliza: la invasión más íntima de nuestras luchas, de nuestros afectos y de nuestros espacios de confianza.
El documental emitido en TV3 y con producción del periódico: La Directa. Está claramente atravesado por una perspectiva cercana al movimiento independentista catalán, algo que se percibe en la narrativa. Sin embargo, las prácticas que denuncia van mucho más allá de cualquier causa nacional concreta. Afectan a colectivos feministas, anticapitalistas, antirracistas, ecologistas y sindicalistas del País Valencià, Catalunya y otros territorios. Movimientos que en ningún caso son violentos ni armados, más bien pacíficos.
Uno de los aspectos más inquietantes es el perfil de los agentes infiltrados: jóvenes, recién salidos de la academia, sin apenas experiencia operativa. Todo indica que estas operaciones no son excepcionales, sino que forman parte de una estrategia de aprendizaje encubierto, casi como un programa de prácticas donde los cuerpos represivos entrenan su capacidad de infiltración, manipulación emocional y desestabilización interna. Un campo de pruebas que anticipan formas más sofisticadas de control.
Este tipo de infiltraciones no podrían tener tanto efecto sin una estructura organizativa cerrada. Que a menudo se subestima: cuando se organizan grupos de acción sin asambleas reales abiertas, sin mecanismos reales de participación colectiva y transparencia, el margen para el engaño crece. Los círculos cerrados, aunque nacen a veces por necesidad táctica, pueden convertirse en terreno fértil para la infiltración y el aislamiento político.
A esto se suma una evidencia clara que el Estado está dispuesto a todo para controlar y neutralizar los movimientos de base, incluso a infiltrar afectivamente espacios militantes. Y lo hace con total impunidad, muchas veces con la complicidad pasiva de estructuras sindicales o políticas que no excluyen en sus estatutos a miembros de los cuerpos represivos del Estado. Así, la maquinaria del Estado no solo vigila desde fuera, también se permite actuar desde dentro, utilizando canales que deberían ser espacios de defensa colectiva.
Lo ocurrido no es anecdótico ni aislado. Es una muestra clara de cómo se despliega el aparato represivo del Estado cuando se perciben intentos reales de autoorganización y transformación social. Por eso, esta jornada nos deja una tarea urgente: reforzar la autogestión, la transparencia organizativa y los espacios verdaderamente asamblearios. Recordar que la vigilancia y la represión no siempre llevan uniforme, y que la desconfianza no debe separarnos, sino llevarnos a fortalecer nuestras herramientas colectivas.
Es importante remarcar que el poder siempre ha practicado y sigue practicando estrategias de vigilancia, infiltración y control social. No es nada nuevo. Cambian las formas o no, pero la lógica es la misma: desarticular desde dentro lo que no puede comprar ni domesticar. Especialmente cuando hablamos de movimientos obreros, autogestionados y antiautoritarios.
En ese marco, sigue circulando el mito de que "la policía nos protege". ¿Pero de quién? Porque cuando las porras, los infiltrados y las cámaras apuntan a quienes se organizan, la pregunta es inevitable: ¿quién nos protege a nosotrxs de la policía?
A la vez, vemos cómo una parte importante de la clase trabajadora desgastada por la precariedad y sin horizonte colectivo asume como única salida laboral la oposición para entrar en el aparato del Estado. Lo que antes se cuestionaba como estructura de poder, ahora se idealiza como refugio. La propaganda institucional lo ha conseguido: convertir las oposiciones en un sueño de “estabilidad”, aunque eso implique convertirse en parte de la maquinaria autoritaria.
Y mientras tanto, asistimos al avance de un fenómeno preocupante: sectores de la clase obrera que ya no aspiran a organizarse ni a transformar nada, sino simplemente a convertirse en parte del aparato estatal, buscando en el funcionariado la estabilidad que el mercado laboral les niega. A cambio, aceptan la lógica del asalariado dócil, aunque sea dentro de una institución que reprime, vigila y garantiza el orden y privilegios de los de siempre: los de arriba.
Elegir entre ser explotado por una empresa o integrarse en la maquinaria del Estado no es liberarse. La verdadera ruptura sigue siendo la autoorganización, el apoyo mutuo y la lucha colectiva. ya no se está eligiendo liberarse, sino adaptarse a un orden desigual y hacerlo funcionar. Es aceptar el marco del amo.
Nos venden ser policía como ascenso social, puestos que mantienen el sistema. Es la nueva narrativa de éxito para el obrero agotado: renunciar a cambiar el mundo y conformarse con formar parte de la estructura que lo mantiene como está. Pasando de ser víctima a vigilante.
Pero entrar al Estado no es liberarse: es asumir sus reglas, defender sus intereses y aceptar que tu sueldo depende del orden social que se impone desde arriba. Es seguir siendo un esclavo asalariado, pero con uniforme, arma o sello institucional.
Frente a esa vía muerta, la autoorganización sigue siendo el único camino real para recuperar dignidad colectiva. La lucha no está en opositar ni en integrarse: está en pelear por transformar las condiciones de vida desde abajo, sin pedir permiso y sin reproducir estructuras de dominación.
Estas jornadas organizadas por compañerxs de CNT-AIT Albacete, CNT-AIT Hellín, CNT-AIT Villarrobledo sirvieron como reencuentro entre compañerxos de esta organización.
Un reencuentro breve pero cargado de sentido fraternal, porque nace del compromiso mutuo y confederal, porque se construye desde abajo, sin jerarquías. Volver a verse entre compañerxs es recordar que seguimos en el mismo frente, sosteniendo la lucha con principios claros: acción directa, autogestión y apoyo mutuo.Sin discursos ni parafernalias, solo organización real entre iguales. Porque en tiempos de represión y confusión, el contacto directo y la coordinación confederal siguen siendo nuestra mejor herramienta.
¡Viva la clase obrera consciente y combativa!
¡Viva la anarquía!
¡Muerte al Estado!
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