Hoy hace 200 años, nace la primera Constitución liberal en España, promulgada por las Cortes Generales, reunidas extraordinariamente en Cádiz. Esto supuso también el nacimiento del Estado-nación burgués moderno, llámese Estado de Derecho o lo que se quiera, que sustituiría al antiguo Estado absolutista y obsoleto unos años más tarde. Sus principales puntos -libertad de imprenta, libertad de industria, derecho a la propiedad, la abolición de los señoríos, la soberanía de la Nación y el sometimiento de las colonias al Imperio español...- delata su marcado carácter burgués que puso todo en favor a la economía de mercado y el refuerzo del Estado, que bajo la máscara del liberalismo y del progreso, se esconde un Estado liberal -con su separación de poderes- que se solidificó unos años más tarde, debilitándose en la Guerra civil pero posteriormente asentado y modernizado durante la Transición.
Lejos de esas libertades, derechos y deberes civiles que se recogían en sus artículos, el liberalismo llevado a la práctica solo aplicó algunas de ellas y a favor, por supuesto, de esas minorías que tienen rentas y propiedades para que pueden tomar decisiones en la política y conseguir ampliar las fronteras de los mercados en nombre del progreso. Esto evidencia las ansias de la burguesía que se enriqueció con el comercio, a acceder a cuotas de poder y así deshacerse de las trabas que suponía el Absolutismo para la economía de mercado. No olvidemos tampoco la creación de la Milicia Nacional como nuevo brazo armado del recién nacido Estado liberal que sirvió tanto para la represión de la resistencia popular en zonas rurales como para enfrentarse con los absolutistas.
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