Las dos manifestaciones celebradas el pasado sábado en Madrid y en Barcelona terminaron siendo disueltas a palos por la policía antidisturbios. Ambas tenían motivos diferentes, pero ambas desafiaban frontalmente el sistema. Una pedía la renuncia de la monarquía, y la otra la retirada de cargos de las veinte personas encausadas por el rodeo del Parlament de Catalunya, de 2011 además de contra la Ley de Seguridad Ciudadana.
Junto con las marchas de la Dignidad
de la semana pasada, y las huelgas estudiantiles y obreras, lo que
queda de manifiesto es que el estado se está blindando de cara a un
aumento y radicalización de la protesta social. Los medios de
comunicación afines al Gobierno, preparan el terreno. El problema para
ellos es que la credibilidad del gobierno, y de sus propios medios de
comunicación es tan baja que no pueden tener éxito. El bloqueo
informativo se resquebraja. El millón de personas que se manifestaron el
otro día, o las miles del sábado no pueden silenciarse.
El Gobierno ha entrado en una fase
desesperada de intentar desactivar la disidencia, no importa cual sea
ésta. La quiere sacar de la calle, invisibilizarla, aislarla. Toda
persona descontenta que se manifiesta es un enemigo al que anular a la
primera ocasión. Y esta medida le va salir cara. Le tiene que salir
cara. Cara, puesto que ya no podemos permitirnos seguir aguantando
nuevas derrotas, nuevos recortes, nuevas leyes represoras. No podemos
quedarnos de brazos cruzados mientras se arruina nuestro futuro y se nos
condena por quejarnos.
Ahora mismo la prioridad además de
organizarnos más y mejor, pasa por desactivar las medidas represivas que
se nos quieran imponer. No podemos permitir los ataques a la libertad
de expresión, de manifestación, de opinión o de comunicación. No podemos
permitir el aislamiento y el olvido de la gente que ha sido detenida y
encarcelada por luchar. Debemos ejercitar la solidaridad con quienes
sean nuestros compañeros de lucha. Debemos agitar y actuar para extender
la concienciación de otros sectores populares que acaben de comenzar en
la lucha social. Es necesario más que nunca convertir todas las
protestas sociales en movilizaciones de masas. Es necesario tomar
conciencia de la necesidad de organización para que nuestro movimiento
pueda ser algún día decisivo en el curso de la vida política y social de
este país. La dispersión y atomización nos hace débiles, permite que se
nos pueda aislar, dividir y enfrentar.
Este sistema debe caer.
Extraído de alasbarricadas
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