lunes, 15 de mayo de 2023

Emma Golman, LA MUJER MÁS PELIGROSA DEL MUNDO

 



LA MUJER MÁS PELIGROSA DEL MUNDO (Un día como hoy... fallecía #EmmaGoldman)
No es que no lo hubieran intentando. Lo cierto es que buscaron todas las formas posibles, pero no habían podido encontrar prueba alguna para inculparla. La tentativa de asesinato al empresario Henry Frick parecía ser la oportunidad perfecta para apuntar a Emma Goldman y encerrarla. Dos tiros y un navajazo por parte de su compañero Alexander Berkman que, por poco, no habían dado con su propósito. Días después, al frente de miles de personas, Emma saldría a decir: "Pidan trabajo, si no se los dan, pidan pan. Y si no les dan ni pan ni trabajo, agarren el pan". Pero la policía la estaba esperando y esas palabras serían la excusa para detenerla por agitadora. "Fui presa por hablar", afirmaría. Y no sería la última vez. Para los Estados Unidos, ella era “la mujer más peligrosa de América".

Nacida en Lituania, Emma escaparía de su casa a los 16 años huyendo de su padre, a quien llamaba "la pesadilla de mi infancia". Ese hombre golpeador que la quería casar a la fuerza y que la había criado bajo el firme concepto de que "las jóvenes no tienen por qué saber demasiado". Que solo “deben saber preparar pescado" y "dar al hombre muchos hijos". Buscando una vida distinta, Emma se exiliaría a los Estados Unidos con otros planes en mente, muy opuestos a los de su padre. Según sus propias palabras, las ideas de los mártires de Chicago y su posterior asesinato la habían cambiado para siempre. A partir de ese momento, comenzaría a abrirse paso en un mundo repleto de protagonistas varones buscando llevar la voz de las mujeres lejos del ostracismo al que eran relegadas.

Desde ese lugar, lucharía por su emancipación, el derecho de elegir si ser madre y por el uso de anticonceptivos. Además, abogaría por el amor libre, el antimilitarismo y conspiraría contra el servicio militar obligatorio. En varias oportunidades sería encarcelada por repartir volantes, manifestarse o simplemente por dar discursos. Finalmente, en 1917, el presidente Hoover la deportaría a la URSS. Allí, tras ver cómo se gestaba el nuevo sistema soviético y la represión a las sublevaciones o los reclamos del pueblo, Emma denunciaría el carácter represivo y contrarrevolucionario que veía nacer en aquel sueño que, alguna vez, la había ilusionado.

Tras un paso por Barcelona en plena guerra civil, se instalaría en Canadá donde fallecería el 14 de mayo de 1940. Dejaba el eterno legado de una mujer que nunca se interesó por las etiquetas ni se abanderó bajo slogans de la época. Una anarquista que incomodó a intelectuales, firme y convencida de que solo la mujer podría liberarse a sí misma. El desarrollo, su libertad, su independencia, decía, deben surgir de ella “y es ella quien deberá llevarlos a cabo”. Y, por sobre todas las cosas, “negándose a ser la sierva de Dios, del Estado, de la sociedad, de la familia".


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